Casi tres meses desde la última entrada en este blog moribundo. Estoy, posiblemente, en medio del mayor aislamiento voluntario de mi vida. Desaparecido de la noche y para los amigos, sólo Paula y Eva son capaces de sustraerme de la obsesión que supone el poemario en el que estoy trabajando. Soy prácticamente incapaz de dedicarme a otra cosa que no sea el próximo libro, y así evidentemente se me hace muy difícil pasarme por aquí. Pero desde la dulce reclusión, dos líneas para recomendar al que pueda pasar por estos lares "El secadero de iguanas" de Pedro Andreu, una magnífica obra de un escritor afianzado, seguro. Tanto que sorprende que sea su primera novela. Un libro seco y brillante, serio, y muy entretenido. En próximas entradas, si la obsesión me lo permite, también me apetecerá hablaros de él pero de momento simplemente apuntad este nombre: Yann Martel. Por lo que se refiere a mi trabajo, poco que decir aún, aunque trabajo ilusionado y más rápidamente que otras veces.