Se pasaba horas mirando fijamente su reloj de pulsera. Los segundos que precedían a los segundos, y los que venían después, y luego las agujas más grandes moviéndose con esfuerzo y pronto todo ya había pasado y volvía a ocurrir. Le fascinaba. El presente nunca existe, pensaba. Nunca hubo tres tiempos, lo que ocurre ahora sólo es pasado reciente y esperanza de porvenir. Supo que Borges tenía razón: no podríamos imaginar un presente puro, sería nulo. El presente tiene siempre una partícula de pasado, una partícula de futuro . Corriendo, fue hasta la biblioteca, buscó su ejemplar de El Gran Gatsby y leyó, en voz alta y con solemnidad: Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado . Después, agotado, cayó de rodillas rezando a Heráclito. Sentía la fiebre quemándole los párpados. Confundía las noches y los días, no contestaba al teléfono, hacía semanas que había roto de una patada la televisión. Sabía el lugar e...
Os dejo un poema de mi heterónimo favorito de Pessoa. Enésima relectura la que le dedico en mitad de estas vacaciones.
ResponderEliminarPrecioso y con una desesperanza tan honda que duele.
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