Casi tres meses desde la última entrada en este blog moribundo. Estoy, posiblemente, en medio del mayor aislamiento voluntario de mi vida. Desaparecido de la noche y para los amigos, sólo Paula y Eva son capaces de sustraerme de la obsesión que supone el poemario en el que estoy trabajando. Soy prácticamente incapaz de dedicarme a otra cosa que no sea el próximo libro, y así evidentemente se me hace muy difícil pasarme por aquí.
Pero desde la dulce reclusión, dos líneas para recomendar al que pueda pasar por estos lares "El secadero de iguanas" de Pedro Andreu, una magnífica obra de un escritor afianzado, seguro. Tanto que sorprende que sea su primera novela. Un libro seco y brillante, serio, y muy entretenido.
En próximas entradas, si la obsesión me lo permite, también me apetecerá hablaros de él pero de momento simplemente apuntad este nombre: Yann Martel.
Por lo que se refiere a mi trabajo, poco que decir aún, aunque trabajo ilusionado y más rápidamente que otras veces. Cuarenta poemas en menos de un año, de los cuales "sólo" quince parecen abocados sin remedio a la papelera de reciclaje, es una velocidad de crucero para lo que estoy acostumbrado. Me siento a mitad del camino, sabiendo ya adónde voy, consciente y ansioso por recorrer la otra parte del viaje. Con muchas ganas de hacer el mejor libro, y de que pueda llegar al mayor número de gente posible.
Un abrazo a todos desde la torre.
Seguro que será un gran libro. Te leemos, te leeremos y te seguiremos esperando, aquí afuera, para cuando te apetezca romper tu retiro.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, anónimo/a. Hay amigos que son todo un lujo.
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