Para disfrutarla hay que superar unos cuantos prejuicios, como que es una novela escrita por alguien a quien conocemos como cantautor (aunque sepamos que está escrita en 1963, cuando Leonard Cohen no había sacado a la luz ni siquiera su primer disco) , o que se trata de la enésima educación sentimental que cae en nuestras manos. Démosle una oportunidad y su poesía del desconcierto nos atrapará desde las primeras páginas.
El amor y la fascinación del protagonista por la vida, que se plasma en su pasión por las mujeres, las calles, los juegos o los amigos. Su descorazonadora búsqueda de un lugar en el mapa de la espiritualidad de su época y circunstancias. La incomprensión ante las relaciones humanas, las certezas diluyéndose en el tiempo, el dolor como un descubrimiento afilado. Todo ello, con Montreal como activo telón de fondo, son ingredientes que consiguen que reconozcamos el placer y el sufrimiento del protagonista Breavman/Cohen, que identifiquemos a qué sabe cada decepción, cada alegría y desconsuelo.
Con ecos de Salinger o de John Fowles, entre otros, El juego favorito es una obra llena de lirismo y profundidad, al tiempo abierta y reconocible como todas las grandes novelas, y que a pesar de algunas discutibles elecciones de la traducción se impone como una novela bella, triste y llena de poesía, crudeza y ternura.
Es decir, un buen regalo para hacerse mañana a uno mismo. Feliz Sant Jordi.
El amor y la fascinación del protagonista por la vida, que se plasma en su pasión por las mujeres, las calles, los juegos o los amigos. Su descorazonadora búsqueda de un lugar en el mapa de la espiritualidad de su época y circunstancias. La incomprensión ante las relaciones humanas, las certezas diluyéndose en el tiempo, el dolor como un descubrimiento afilado. Todo ello, con Montreal como activo telón de fondo, son ingredientes que consiguen que reconozcamos el placer y el sufrimiento del protagonista Breavman/Cohen, que identifiquemos a qué sabe cada decepción, cada alegría y desconsuelo.
Con ecos de Salinger o de John Fowles, entre otros, El juego favorito es una obra llena de lirismo y profundidad, al tiempo abierta y reconocible como todas las grandes novelas, y que a pesar de algunas discutibles elecciones de la traducción se impone como una novela bella, triste y llena de poesía, crudeza y ternura.
Es decir, un buen regalo para hacerse mañana a uno mismo. Feliz Sant Jordi.
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