MOIRA Cuando la noche calla, callas tú. Y te inclinas hacia estos versos míos, versos que vició siempre una leve demencia. Te agradezco que lo hagas sin buscarles sentido, sin hurtarles su euforia, su ausencia de razón, mientras nieva sobre las uralitas. Hay instantes en ellos que son tuyos y que a ti pertenecen como a mí. Hilos que pareciera haber tejido Moira con sus dedos artríticos, celosos. Fanal sin parpadeo, se acostumbra tu rostro al claror irreal de cuanto he escrito, estameñas o seda, crin o cerdas, un templo entre las viñas, un gañán orinando. Ahora lees tú. Los ojos bailan de un folio a otro con estupor o alivio. No lo sé agradecer, ni lo sabré jamás. Caes cargada de sueño y el temporal arrecia. Coches semienterrados, descolorida luna. Has tenido la piedad de callar, esclareciéndome. Dormitas mientras caen papeles de tu mano. La nieve, sobre Europa, ahoga, muy en silencio, una candela. Del poemario "Violeta profundo" ( Ed. Renacimi