-Una calle peatonal abierta al tráfico, pero según cuándo, según dónde y según cómo. -Un carril bici destrozado, como si un ciclista para llegar de un punto A a un punto B tuviera que convenir en que la distancia más corta entre dos puntos es el caos, siempre. -Una subida de sueldo nada más llegar, para no ser menos. -Un conseller que, según pruebas científicas, es analfabeto. -Por primera vez en la historia, una radio y una televisión pública cerrada, no sea cosa que siga disparada la cuota de catalán en la caja tonta, que a ver qué pasa. -Una ley consensuada por todos los grupos politicos del Parlament y aprobada con su propio partido en el gobierno que desaparece sin más, vulnerando el Estatut d'Autonomia y poniendo el reloj de la máquina del tiempo en 1977, por ejemplo. En pocas palabras: la ilusión y el ideal de belleza de una ciudad moderna, europea y limpia se ha desvanecido. Y una involución de 30 años de las conquistas democráticas en materia lingüística. Y todo en 67 días