Ana María Matute gana el Cervantes y yo me alegro, seguramente también porque recuerdo el verano en que leí su Pequeño teatro , cuando las tardes se detenían y parecía que la vida era algo que no iba a pasar nunca. Así que esbozo una sonrisa, giro la página del periódico y veo que Carlos Ruíz Zafón también se alegra. Hasta ahí, sólo una mueca. Enseguida, el que se alegra también es Juan Manuel de Prada. Tengo dos libros del señor De Prada en la estantería: el primero me gustó y no pasé de las veinte páginas del segundo. Ahora sale mucho en televisión. Llevo unos días con ganas de conseguir su dirección y enviarle los dos libros, con una nota diciendo que en su día me los compré, pero que no me apetece nada tenerlos ahora en casa. Puede que me esté convirtiendo yo también en un dictador , pienso luego. Luego aparece Soledad Puértolas, y escapo rápidamente a la sección de deportes, donde aterrizo frente a Jose Mourinho. Cierro el diario de golpe. La vista cae entonces en el libro que ten